Sonntag, 7. August 2011

Las locas aventuras de El Lonchas y El Viseras (parte 1)

Hola a todos los Struhasscrotts (término lapón referido a todas aquellas personas que se agarran los testículos realizando un movimiento de estiramiento epidérmico-escrotal) fans incondicionales de este siempre mugriento, patético y deplorable blog. Tras casi 5 meses (creo que en realidad más pero bueno) de inactividad creativa, Ultra-Yan vuelve cargado de trillones de historias dispuesto a estamparlas brutalmente contra las pantallas de vuestros PCs, Macs, Televisores LED, Nintendo 3DSs, Androids, iPhones, Samsung Galaxys, iPads etc. Sí, ahora todo el mundo tiene jodidos Smart Phones y/o tabletas digitales de modo que si antes ya erais unos ineptos sociales, ahora estáis completamente sumidos en el pozo del onanismo eterno (sé que os lleváis estos dispositivos al cuarto de baño de vuestro curro/casa/centro comercial/pinacoteca/colegio-guardería como jodidos enfermos Struhasscrotts que sois).

Como ya os había adelantado hace como 5 trienios lunares bisiestos (5 x 3 años x 297,48 días = serás un Struhasscrotts forever) Ultra-Yan ha conocido nuevos especímenes en su actual puesto de trabajo. Esta vez no se trata de uno solo, sino de dos seres tan sumamente peculiares que merecen ambos una documentación exhaustiva conjunta. Sus nombres son nada más y nada menos que EL LONCHAS y EL VISERAS, dos "seres" definitivamente NO-convencionales. De primeras puede que no os impacten los nombres, pero su comportamiento diario podría dar juego a multitud de conversaciones pseudo-humorísticas sin sentido. Sí señores, ha comenzado una nueva saga, haced la croqueta sobre el gran regocijo que os espera porque esto empieza ahora:

Era el primer día en mi nuevo trabajo. La ocasión lo requería y me vestí elegantemente acorde con las nuevas normas de indumentaria que había: camisa recién planchada, corbata de seda, pantalón de traje y unos impolutos zapatos negros (como los huevos de Mutombo). Me acuerdo que estaba ligeramente nervioso, pero a la vez entusiasmado. Iba a conocer a mucha gente y me sentía en la obligación de dar una buena primera impresión.

Cuando llegué, el jefe me recibió con gran efusividad. Parecía como si la felicidad se hubiera apoderado de su cuerpo, pero no, creo que se simplemente se había metido anfetaminas. En fin, tras darme una pequeña charlita comenzó la ronda de presentaciones: éste es fulanito, éste es menganito, éste es Rita, éste Irasema, tal, Pascual... gente muy diversa pero a la vez interesante, de multitud de países, todos muy formales.

De repente comencé a apreciar un ligero olor a cloaca. Era un olor persistente que parecía seguirme a todas partes. No sabía de dónde provenía, pero debía ser una fuente muy poderosa a la vez que insalubre. Cada vez era más intenso, y mi napia comenzaba a resentirse. Mis defensas se pusieron en alerta, los glóbulos blancos empezaron a bailar samba. Estaba entrando en zona peligrosa, mi cuerpo comenzó a descoordinar, los latidos del corazón iban de forma asíncrona y mis ojos estaban lagrimeando. No entendía nada, estaba desconcertado, pero Ultra-Yan nunca se rinde ante la adversidad: la ronda de presentaciones había que acabarla.

Sin embargo, repentinamente perdí el sentido del olfato. Mi cavidad nasal se había quedado saturada. Demasiado olor fecal concentrado, los receptores olfativos quedaron off-line. Un sentimiento de preocupación se instaló en mi cabeza: perder el olfato era algo que jamás me había ocurrido en mi vida. De hecho, no sabía que podía ocurrir este fenómeno. Pero bueno, pensándolo de otra manera, en realidad fue un alivio, porque unas náuseas de tres pares de millones de cojones de cachalote azul del ártico meridional me estaban golpeando de forma inhumana, y no es agradable presentarte a la gente mientras te dan las MEGA-arcadas del infierno debido al asqueroso hedor luciferino que asolaba la oficina.

Mientras trataba de adaptarme al mundo sin sentido del olfato, un ser se me acercó, de modo que levanté la mirada. De pronto, me percaté de la situación: estaba nada más y nada menos que delante de la fuente del hedor fecal repugnante que anuló mis receptores olfativos. Era él, no cabía ninguna duda: era EL LONCHAS.

Su figura era oronda y disforme, con una altura considerable. Tenía la cara llena de cráteres y con una distancia entre ambos ojos muy pequeña. Su piel tenía una tonalidad marrón-verdosa, similar a los excrementos de alpaca andina y su pelo grisáceo-canoso mostraba signos de envejecimiento prematuro. Nadie lo negaría nunca, era efectivamente un ser de aspecto monstruoso que infundía asco e insalubridad.

Y delante del jefe es cuando me tendió la mano, en plan saludo, como hacen las personas normales. Parece ser que había aprendido bien las costumbres humanas y/o estaba emulando el comportamiento humano. Aquel momento fue eterno. Pude sentir de repente su gran poder, el poder de matar de asco a la gente. Alrededor de su cuerpo había un aura de color fecal muy intenso. Su piel básicamente emanaba mierda atomizada altamente tóxica. El aire comenzó a cargarse muy rápidamente haciendo difícil la respiración. Mi vista empezó a nublarse y mi sistema nervioso dejó de funcionar correctamente. Había que poner fin a esta situación con urgencia, la vida de Ultra-Yan estaba en serio peligro.

Así que, con gran valentía, extendí yo también mi mano. Era un momento crucial. Su piel podría contener una cantidad mortal de toxinas que contaminarían mi cuerpo provocando todo tipo de brotes alérgicos o enfermedades mortíferas aún no descubiertas por la ciencia. Y nos estrechamos la mano. Tuve que contener el intenso dolor que sentía en las palmas de mis manos, como si hubieran sido impregnadas con una sustancia tremendamente corrosiva, que no era más que el sudor infecto de El Lonchas. Los segundos se hicieron eternos, ¡aguanta Ultra-Yan! ¡¡¡AGUANTA!!!

Y tras un breve instante, soltó mi mano. En ese momento sólo quería huir de ese lugar. Había sobrevivido al combate pero mi barrita de vida estaba por los mínimos. Necesitaba alejarme rápidamente de ese centro de insalubridad. El instante fue tan desagradable que no recordaba ni una sola palabra que me había dicho El Lonchas. Sólo quería que acabara, nada más.

El universo entero tiene un nuevo enemigo al acecho. ¿Podrá esta vez Ultra-Yan vencer a tan temido adversario? ¿Será este ser tan destructivo como parece? ¿Qué más poderes infectos poseerá? ¿Quién es más poderoso, La Delineante o El Lonchas? Todos estos misterios se desvelarán en el siguiente capítulo de "Las Locas Aventuras de El Lonchas y el Viseras".

Continuará...

Bueno chavales, ya lo sé, falta aún El Viseras, pero lo dejaré para el próximo día para mantener la intriga. Os puedo adelantar que El Viseras también merece un puesto de honor en la escala de "personajes". Menospreciarle sería un error, dado que tiene astutas técnicas de combate jamás vistas anteriormente. Un auténtico estratega de la picaresca y el engaño. No os lo perdáis, próximamente ¡¡¡MÁS!!! Servus.