Hola a todos los malditos pelafalos vetustos lectores de este putrefacto e infecto blog. Hoy vuelvo a la carga con la interminable historia de MGALD que dejé colgado allá por febrero. Muchas novedades han acontecido desde entonces poniendo el relato muy pero que muy interesante. Preparad vuestros sentidos, porque ya se puede otear el desenlace desde el horizonte, pudiendo éste romper vuestros esquemas mentales provocando en vuestro cerebro una explosión múltiple de neuronas. No me enrollaré más, pasemos ya a la acción con MGALD: The Revenge of the Uruk-Ñú (parte 6):
Haciendo un 'remember' de lo que se comentó en la anterior parte de MGALD, recordemos que había algo por encima de todas las cosas que no podía soportar y que me impedía acercarme a menos de 10 m de MD (La Mega-Delineante). Muy bien, tras mucha espera he de decir que ese 'algo' no era más que su FÉTIDO e INSALUBRE aliento. Era realmente apestoso, repugnante, un hedor insoportable que te tiraba hacia atrás, un violento puñetazo en toda la napia que te quemaba completamente la pituitaria y anulaba durante minutos tu sentido del olfato. Era realmente peligroso. Una exposición de sólamente 2 minutos al hálito destructor de MD podía infectar tus pulmones de toxinas, creando un estado pseudoasmático terriblemente violento y provocando la explosión de los alvéolos pulmonares.
Es por ello por el cual intentaba siempre mantener una distancia de seguridad con respecto a MD. Sin embargo, la enorme masa que componía su cuerpo generaba un campo gravitatorio a su alrededor de inmenso poder, siguiendo la 'ley de gravitación universal' expuesta por el Sr. Isaac Newton. Tuve que entrenar duramente en una cápsula de gravedad (del mismo proveedor donde lo adquirió Son Goku antes de llegar al planeta Namek) para poder contrarestar esa fuerza maligna que nos rodeaba.
Haciendo un 'remember' de lo que se comentó en la anterior parte de MGALD, recordemos que había algo por encima de todas las cosas que no podía soportar y que me impedía acercarme a menos de 10 m de MD (La Mega-Delineante). Muy bien, tras mucha espera he de decir que ese 'algo' no era más que su FÉTIDO e INSALUBRE aliento. Era realmente apestoso, repugnante, un hedor insoportable que te tiraba hacia atrás, un violento puñetazo en toda la napia que te quemaba completamente la pituitaria y anulaba durante minutos tu sentido del olfato. Era realmente peligroso. Una exposición de sólamente 2 minutos al hálito destructor de MD podía infectar tus pulmones de toxinas, creando un estado pseudoasmático terriblemente violento y provocando la explosión de los alvéolos pulmonares.
Es por ello por el cual intentaba siempre mantener una distancia de seguridad con respecto a MD. Sin embargo, la enorme masa que componía su cuerpo generaba un campo gravitatorio a su alrededor de inmenso poder, siguiendo la 'ley de gravitación universal' expuesta por el Sr. Isaac Newton. Tuve que entrenar duramente en una cápsula de gravedad (del mismo proveedor donde lo adquirió Son Goku antes de llegar al planeta Namek) para poder contrarestar esa fuerza maligna que nos rodeaba.
Bueno, he intentado buscar una imagen de la cápsula donde entrenaba Goku antes de llegar a Namek, pero al final he encontrado esto, lo cual me ha dejado con la duda de: ¿quién ganaría en un combate cuerpo a cuerpo? ¿Son Goku o Superman? Y si ambos se compenetrasen para luchar mano a mano contra las Uruk-Ñús, ¿quién vencería? Os dejo que lo meditéis y escribáis vuestra opinión en los comentarios.
Así que volviendo con el tema de MD, su hálito era simplemente destructor. Su pasión por el tabaco y la bollería industrial generaban una auténtica peste bucal que salía de sus fauces con una agresividad fuera de lo común. MD era una fumadora compulsiva, no podía parar. Cada media hora necesitaba bajar al portal a meterse su dosis de nicotina. Y, aunque nuestra oficina se situaba en la primera planta, ella esperaba al ascensor. Simplemente no podía con el trabajo que requería subir 8 escaleras. Todo el sebo concentrado que rodeaba su orondo cuerpo le impedía moverse con libertad.
En cada viaje que se pegaba para salir a fumarse un pitillo sus pulmones se colapsaban. Cuando volvía, se podía escuchar ya desde la lejanía su profunda respiración, y cuando llegaba y encajaba su enorme pandero en la silla, estaba siempre completamente sofocada. Era algo terrible. Cada vez que tosía hacía un ruido infernal, equiparable al sonido de un trueno pero mucho más asqueroso, y se podían escuchar cómo las densérrimas flemas se despegaban violentamente de sus conductos respiratorios para posteriormente ser tragados y digeridos. Absolutamente vomitivo y repugnante.
Yo intentaba trabajar lo menos posible con MD. Los múltiples fallos que cometía, su falta de atención, su espantosa imagen y el terrible hedor que salía de su hocico hacían preferible no interactuar con ella. Y así comencé paulatinamente a desviar todo lo que venía de MD hacia los demás compañeros de curro. Yo no quería saber nada, simplemente era una técnica de evasión de mierda.
Y de este modo mis compañeros de curro comenzaron también a contaminarse del virus urukñuíno. Se dieron cuenta también del gran asco que era trabajar con MD. Era como una pesadilla, nadie quería saber nada. Nos pasábamos la pelota unos a otros, sin saber qué hacer con ella. Era como una guerra de mierda. El objetivo era esquivar la mayor cantidad de zurullos posible, y todo era válido, no había reglas. Nos lanzábamos la mierda a diestro y siniestro, y varias veces no podías esquivarlo y te la comías entera con patatas.
Pero un día, mi compa de curro acabó realmente hasta el pene. Debía entregar unos planos a unos instaladores en el montaje de un proyecto. Y claro, eran una cantidad nada despreciable de planos en los cuales debían quedar completamente definidas los componentes y su posicionamiento. Muy bien, ahí es cuando MD se lució. Si ya sólamente hacer bien un plano era misión imposible para ella, hacer 50 del tirón era definitivamente una locura. Yo por supuesto me alejé lo máximo posible de cualquier responsabilidad que pudiera tener con dicho proyecto. Pero podía ver en la cara de mi compa la auténtica desesperación elevada a la máxima potencia. Realmente era algo digno de elogiar, porque demostró tener una paciencia infinita, cosa que yo no hubiera podido conseguir. Los planos eran repetidos una y otra vez, sin que hubiera mejora alguna. Era algo sorprendente, porque cosas que estaban bien al principio en el siguiente plano aparecían mal, de modo que era como un círculo vicioso de errores: la corrección de unos fallos generaba otros. Yo lo estaba realmente flipando. Pero yo no quería saber nada, ya había aprendido la lección así que aquel día terminé lo mío y me fui a casa, estando mi compa aún tirándose de los pelos.
Al día siguiente volví como siempre a la oficina y me encontré con mi compa de nuevo, al cual pregunté simplemente: ¿hasta qué hora estuviste? El tiempo se detuvo durante unos instantes y un silencio sepulcral inundó la sala. Sus ojos comenzaron a inyectarse en sangre y un halo de ira comenzó a emanar de su cuerpo. No necesité saber más, con una mirada intenté compadecerme de él. Sin embargo, cuando me iba a retirar a mi puesto unas breves palabras salieron de su boca. Esas fatídicas palabras fueron: "ya he hablado con el jefe"...
Así que volviendo con el tema de MD, su hálito era simplemente destructor. Su pasión por el tabaco y la bollería industrial generaban una auténtica peste bucal que salía de sus fauces con una agresividad fuera de lo común. MD era una fumadora compulsiva, no podía parar. Cada media hora necesitaba bajar al portal a meterse su dosis de nicotina. Y, aunque nuestra oficina se situaba en la primera planta, ella esperaba al ascensor. Simplemente no podía con el trabajo que requería subir 8 escaleras. Todo el sebo concentrado que rodeaba su orondo cuerpo le impedía moverse con libertad.
En cada viaje que se pegaba para salir a fumarse un pitillo sus pulmones se colapsaban. Cuando volvía, se podía escuchar ya desde la lejanía su profunda respiración, y cuando llegaba y encajaba su enorme pandero en la silla, estaba siempre completamente sofocada. Era algo terrible. Cada vez que tosía hacía un ruido infernal, equiparable al sonido de un trueno pero mucho más asqueroso, y se podían escuchar cómo las densérrimas flemas se despegaban violentamente de sus conductos respiratorios para posteriormente ser tragados y digeridos. Absolutamente vomitivo y repugnante.
Yo intentaba trabajar lo menos posible con MD. Los múltiples fallos que cometía, su falta de atención, su espantosa imagen y el terrible hedor que salía de su hocico hacían preferible no interactuar con ella. Y así comencé paulatinamente a desviar todo lo que venía de MD hacia los demás compañeros de curro. Yo no quería saber nada, simplemente era una técnica de evasión de mierda.
Y de este modo mis compañeros de curro comenzaron también a contaminarse del virus urukñuíno. Se dieron cuenta también del gran asco que era trabajar con MD. Era como una pesadilla, nadie quería saber nada. Nos pasábamos la pelota unos a otros, sin saber qué hacer con ella. Era como una guerra de mierda. El objetivo era esquivar la mayor cantidad de zurullos posible, y todo era válido, no había reglas. Nos lanzábamos la mierda a diestro y siniestro, y varias veces no podías esquivarlo y te la comías entera con patatas.
Pero un día, mi compa de curro acabó realmente hasta el pene. Debía entregar unos planos a unos instaladores en el montaje de un proyecto. Y claro, eran una cantidad nada despreciable de planos en los cuales debían quedar completamente definidas los componentes y su posicionamiento. Muy bien, ahí es cuando MD se lució. Si ya sólamente hacer bien un plano era misión imposible para ella, hacer 50 del tirón era definitivamente una locura. Yo por supuesto me alejé lo máximo posible de cualquier responsabilidad que pudiera tener con dicho proyecto. Pero podía ver en la cara de mi compa la auténtica desesperación elevada a la máxima potencia. Realmente era algo digno de elogiar, porque demostró tener una paciencia infinita, cosa que yo no hubiera podido conseguir. Los planos eran repetidos una y otra vez, sin que hubiera mejora alguna. Era algo sorprendente, porque cosas que estaban bien al principio en el siguiente plano aparecían mal, de modo que era como un círculo vicioso de errores: la corrección de unos fallos generaba otros. Yo lo estaba realmente flipando. Pero yo no quería saber nada, ya había aprendido la lección así que aquel día terminé lo mío y me fui a casa, estando mi compa aún tirándose de los pelos.
Al día siguiente volví como siempre a la oficina y me encontré con mi compa de nuevo, al cual pregunté simplemente: ¿hasta qué hora estuviste? El tiempo se detuvo durante unos instantes y un silencio sepulcral inundó la sala. Sus ojos comenzaron a inyectarse en sangre y un halo de ira comenzó a emanar de su cuerpo. No necesité saber más, con una mirada intenté compadecerme de él. Sin embargo, cuando me iba a retirar a mi puesto unas breves palabras salieron de su boca. Esas fatídicas palabras fueron: "ya he hablado con el jefe"...
Continuará...
¡¡¡Madre mía qué interesante se está poniendo el relato!!! Esto ya huele a desenlace, ¿qué ocurrirá en la siguiente entrada? ¿Será el final de la 2ª temporada? ¿O quizás haya alguna entrada más? Muy pronto lo sabréis. Estad atentos, porque esto aún no ha terminado... Servus.