Hola a todos malditos soplaflautas flácidas. Tras un largo período de tiempo sin escribir vuelvo de nuevo para darle un poco de vidilla al blog. Por unas cosas o por otras he ido día tras día retrasando esta entrada hasta que esta semana me di cuenta de que el mes se estaba acabando y todavía no había escrito nada. De modo que me puse como meta escribir algo antes de que llegase febrero, y aquí me tenéis, un tipo comprometido con sus objetivos dándole de nuevo a las teclitas para deleite de vuestros sentidos.
Y bueno, estamos a sábado noche y por lo que calculo aproximadamente a estas horas debería estar ya por ahí fuera enchufándome la 2ª birra. Sin embargo no lo estoy haciendo... ¿por qué? Pues es sencillo: fuera hace 0 K, osease, −459,67 ºF. Las condiciones climáticas no son del todo favorables y en casa hace una temperatura que genera un gran bienestar. Esto hace que mi mente recapacite antes de cruzar el arco de la puerta en busca de cervezas.
Así que así a lo tonto enero se acabó. Ha sido un mes completito. Para comenzar estuve de resaca (gracias a un tal Georgias que consiguió copas a 2 €) 28 horas en el aeropuerto de Barajas debido a una pequeña nevada y también gracias a la tremenda inutilidad de IBERIA, línea aérea pésima y lamentable. En esta gran aventura en la terminal 4 de los horrores me acompañó el gran Román, que como todos ya sabréis es el etsiiano más jugón de todos los tiempos. Juntos conocimos a 'La Industrias' y a 'La Piernacas', dos mujeres cuya única misión en la vida es subir la temperatura escrotal del sexo masculino. Y aparte también conocimos a un montón de personajes con los cuales charlamos acerca de Dios y el mundo.
Tras el desgaste físico y mental que me generó esta historia, tuve que ir al curro (por supuesto 1 día más tarde) con cara de zombie. La semana entera fue un infierno y mi rendimiento laboral no logró superar ni un 2%. Y al llegar el fin de semana, en vez de reposar y cuidar el organismo ante un eventual colapso mental, pues salí de fiesta. Así que al lunes siguiente volví de nuevo al trabajo en un deplorable estado mental.
Al finde siguiente tocaba irse a esquiar. Destino: Los Alpes austríacos, donde hay infinitas estaciones de esquí. Sin embargo, a uno de nuestros compañeros de viaje se le ocurrió la estupenda idea de ir a una nueva estación llamada X (un nombre que no me acuerdo). El trayecto era algo largo (unas 2 horas) de modo que salimos temprano por la mañana sobre las 8. Sin embargo, gracias a la inestimable ayuda de nuestro GPS logramos perdernos (básicamente al GPS se le piró la pinza) lo cual, añadiendo que habíamos pillado algo de tráfico, llegamos como a las 11 a nuestro destino que, curiosamente, no era el destino elegido inicialmente sino que fue más bien un "venga, pues aquí mismo y a tomar por culo" (adjunto una fotillo de las montañas donde estuvimos).
La jornada de esquí fue muy divertida con un tiempo asombrosamente despejado y soleado. Acabé al final absolutamente reventado y con una megahostia en el muslo cuyo cardenal era de dimensiones titánicas. De hecho aún lo conservo, y creo que perdurará mínimo 2 semanas más hasta que desaparezca. Luego por la noche nos pegamos la consiguiente fiesta, aún estando todos brutalmente triturados del cansancio. Fuimos a una resi y el motivo de la celebración era el cumpleaños de una persona Y que nunca llegué a conocer. Me lo pasé bastante bien y espero que la persona del cumpleaños también. Se puede concluir que fue un fin de semana bastante guay.
Así que de nuevo a currar y de nuevo estrés. Toda la puta semana pringando sin parar, aguantando Uruk-Ñús, nevando a saco y con un frío de pelotas. Lo de la nieve no me molesta mucho, casi lo prefiero antes que la lluvia, pero el frío es demasiado. Antes de salir de cualquier lado hay que dedicar varios minutos al ritual de ponerse capas y capas que, sinceramente, es un ultracoñazo. Pero bueno, sólo espero que en las montañas haya mogollón de nieve para poder esquiar dpm, es el único consuelo que me queda. Y dicho esto me despido de todos ustedes. La historia de La Delineante continuará en la próxima entrada, ¡estad atentos! Servus.
Y bueno, estamos a sábado noche y por lo que calculo aproximadamente a estas horas debería estar ya por ahí fuera enchufándome la 2ª birra. Sin embargo no lo estoy haciendo... ¿por qué? Pues es sencillo: fuera hace 0 K, osease, −459,67 ºF. Las condiciones climáticas no son del todo favorables y en casa hace una temperatura que genera un gran bienestar. Esto hace que mi mente recapacite antes de cruzar el arco de la puerta en busca de cervezas.
Así que así a lo tonto enero se acabó. Ha sido un mes completito. Para comenzar estuve de resaca (gracias a un tal Georgias que consiguió copas a 2 €) 28 horas en el aeropuerto de Barajas debido a una pequeña nevada y también gracias a la tremenda inutilidad de IBERIA, línea aérea pésima y lamentable. En esta gran aventura en la terminal 4 de los horrores me acompañó el gran Román, que como todos ya sabréis es el etsiiano más jugón de todos los tiempos. Juntos conocimos a 'La Industrias' y a 'La Piernacas', dos mujeres cuya única misión en la vida es subir la temperatura escrotal del sexo masculino. Y aparte también conocimos a un montón de personajes con los cuales charlamos acerca de Dios y el mundo.
Tras el desgaste físico y mental que me generó esta historia, tuve que ir al curro (por supuesto 1 día más tarde) con cara de zombie. La semana entera fue un infierno y mi rendimiento laboral no logró superar ni un 2%. Y al llegar el fin de semana, en vez de reposar y cuidar el organismo ante un eventual colapso mental, pues salí de fiesta. Así que al lunes siguiente volví de nuevo al trabajo en un deplorable estado mental.
Al finde siguiente tocaba irse a esquiar. Destino: Los Alpes austríacos, donde hay infinitas estaciones de esquí. Sin embargo, a uno de nuestros compañeros de viaje se le ocurrió la estupenda idea de ir a una nueva estación llamada X (un nombre que no me acuerdo). El trayecto era algo largo (unas 2 horas) de modo que salimos temprano por la mañana sobre las 8. Sin embargo, gracias a la inestimable ayuda de nuestro GPS logramos perdernos (básicamente al GPS se le piró la pinza) lo cual, añadiendo que habíamos pillado algo de tráfico, llegamos como a las 11 a nuestro destino que, curiosamente, no era el destino elegido inicialmente sino que fue más bien un "venga, pues aquí mismo y a tomar por culo" (adjunto una fotillo de las montañas donde estuvimos).
La jornada de esquí fue muy divertida con un tiempo asombrosamente despejado y soleado. Acabé al final absolutamente reventado y con una megahostia en el muslo cuyo cardenal era de dimensiones titánicas. De hecho aún lo conservo, y creo que perdurará mínimo 2 semanas más hasta que desaparezca. Luego por la noche nos pegamos la consiguiente fiesta, aún estando todos brutalmente triturados del cansancio. Fuimos a una resi y el motivo de la celebración era el cumpleaños de una persona Y que nunca llegué a conocer. Me lo pasé bastante bien y espero que la persona del cumpleaños también. Se puede concluir que fue un fin de semana bastante guay.
Así que de nuevo a currar y de nuevo estrés. Toda la puta semana pringando sin parar, aguantando Uruk-Ñús, nevando a saco y con un frío de pelotas. Lo de la nieve no me molesta mucho, casi lo prefiero antes que la lluvia, pero el frío es demasiado. Antes de salir de cualquier lado hay que dedicar varios minutos al ritual de ponerse capas y capas que, sinceramente, es un ultracoñazo. Pero bueno, sólo espero que en las montañas haya mogollón de nieve para poder esquiar dpm, es el único consuelo que me queda. Y dicho esto me despido de todos ustedes. La historia de La Delineante continuará en la próxima entrada, ¡estad atentos! Servus.